Y todo comenzó en un feriado....

Mi madre siempre me dijo que mi afición al desorden, al prolongado descanso y al completo vivir de tranquilidad se debió a que nací un 24 de Mayo, día de fiesta en mi país. ¡Además era sábado!
Siempre me encantó el haber nacido en esa fecha; de una u otra manera me sentía especial por aquello.

Mi niñez, especialmente la primera, fue muy tranquila, muy agradable, llena de amor y mimos por parte de todos. El ser el "pequeño" de la familia en ese entonces me convertía automáticamente en el "Rey del Hogar", título que nunca me desagradó, pero con el pasar de los años me pesó.

Los primeros recuerdos de un ser son fundamentales en su desarrollo emocional, en la formación de su carácter y en el rumbo que luego seguirá; tengo tres recuerdos que los considero la antesala de lo que sería el rumbo de mi vida y de las cosas que realmente me importan.

El primer gran recuerdo son los recorridos, no sé si diarios, con mi amada abuelita al mercado. Siempre cogido de su mano cumplíamos el recorrido habitual sea cualquier día a la semana. El trajín era el mismo, todo era idéntico cada día; salir de casa temprano con el canasto de compras (su fiel compañero), bajar las 5 cuadras que cada año eran más largas, llegar al mercado y buscar los productos pensados con anterioridad para el menú correspondiente, el regateo, la pelea y por último su compra. Una vez completado el menú y abastecido el canasto, realizábamos el ritual que me ha acompañado toda una vida: comer en el mercado. Podía ser un pedazo de sandía, una naranja pelada, un vaso de jugo; pero había uno en especial. Un plato que definiría mi gusto gastronómico y mi ubicación social, el librillo en balde. Su sabor, su preparación y lo más gratificante, su manera de servir. No existe algo más delicioso que sentarse en el filo de una vereda y degustar este plato. Una vez satisfecho con cualquier bocadillo regresábamos a casa. No registro en mi mente algún momento más feliz o más grato que este en mi niñez; la sonrisa, la humildad, el amor real, todo en compañía de una maravillosa mujer.

El segundo recuerdo, por llamarlo así, es una pelota pequeña de colores y una gran pared la cual soportaba toda la energía de mis puntapiés. Fui un niño afortunado, mis padres siempre suplieron mis necesidades y una de las necesidades más importantes en un niño son sus juguetes. Mi triciclo rojo, un osito infantil de peluche color café (que aún lo conservo) y mi pelota de colores fueron mis juguetes favoritos. Esa pelota tenía algo especial, era como si entendiera lo que deseaba, como si ella supiera la alegría que me daba y a la vez como que sabía que algún momento se iría, no sin antes presagiar un  romance que nunca terminó, un romance que cada fin de semana llenará mi espíritu y que nunca lo cambiaría por nada.

Un equipo de sonido, un almacén de discos, diferentes melodías y un placer inexplicable al escucharlas forman un tercer recuerdo que, pesándolo de mejor manera, es el más influyente en mi manera de pensar, sentir y criticar todo lo que abarca la vida. Mi afición por la música es tal, que me asombro de todo lo que conozco y poseo.
Frente a mi casa existía un almacén de discos, recuerdo mucho el estar parado en la puerta del garage tras las rejas en completo silencio y con mucha atención, escuchado el disco del "momento" que la persona que administraba dicho almacén lo ponía. Police, Queen, Pueblo Nuevo, Miguel Bosé, Patrick Hernández, Elo, Camilo Sesto, etc., son algunos de los artistas que recuerdo los escuchaba y cantaba; melodías que quedaron grabadas en mi mente, y por que no, en mi alma también. En casa siempre tuvimos discos, tuve la suerte de tener una familia que siempre gustó de escuchar música. Hubo uno que en particular me llamaba la atención y era mi favorito a esa tierna edad, "Amiga" de Miguel Bosé, creo estar convencido que su letra tiene mucho que ver, desde muy tierno fui un enamorado del amor, y la niña dueña de mis suspiros apareció desde muy temprano y creo recordar que ese era el motivo de mi gusto por tal melodía. Debo mencionar que dañé el equipo de sonido de casa algunas veces por mi terquedad al querer intentar reproducir ese disco. Bueno, desde muy niño no medía mis pasiones.

El amor de una mujer inigualable, mi gusto gastronómico que me enseñó la sencillez y el conocer a gente humilde y trabajadora. Aquella pelota que despertó mi pasión por el rey de los deportes y el practicarlo sin descanso alguno. La música, esas melodías tan bellas que llenaron mi alma de romanticismo, rebeldía, crítica y alegría son los recuerdos más gratos y en el fondo de todo, lo que formaron mi personalidad y condujeron mi vida. Definitivamente, el resumen de mi manera de ser.